LOS ÍDOLOS NO SON SOLO LOS QUE PATEAN UNA PELOTA
El lunes 3 de enero de 2011, este blog de LOS CALAMARES DE SIEMPRE,
era parido desde el teclado de una computadora, que pretendía tímidamente
transformarse en un encuentro con los asociados del Club, que ya experimentados
por los FRACASOS DE LA EPOCA DORADA, advertía la continuidad agravada, iniciada
en los comienzos del nuevo siglo.
Medios sigilosos, sin una clara idea de
nuestro contenido a futuro, pretendimos unir a la vieja familia calamar con
hechos y personajes que hicieran a la historia de nuestro amado Club.
La intención era y así lo sigue siendo,
ejercer cierta docencia, sobre la historia de nuestra INSTITUCION.
En ese primer número, recordábamos a un
personaje que simbolizara el fanatismo, el amor y las picardías que era capaz
de cometer en pos del bien institucional. Hoy después de tantos años,
recordarlo nos pone la piel de gallina.
Este hungaro expulsado por la guerra,
recaló en lo que el entendiera sería su hogar de por vida. Pero este petiso,
canoso, siempre ataviado de traje y corbata, de andar chaplinesco no era un
barra de piñas y alborotos. Era sí un barra, como bien lo indican nuestros
amigos de SIGLO XXI, pero “un barra intelectual”. Su lugar era la tristemente
dilapidada SEDE SOCIAL de Amenabar y Nuñez. A tal extremo que cuando esta fuera
vendida, Carlitos, desapareció entre los escombros de su amado segundo hogar,
para nunca más volver
Su nombre, según los nuevos documentos
de residencia en el país, lo indicaban como
Henry Werner
Heymann, SOCIO N° 23.
Carlitos de la Pipa, era un pretendido cajetilla
porteño, su pasión era estar siempre entre los Directivos de turno, que lo utilizaban
como cadete, para toda gestión referida con el club. Pero Carlitos, tenía un
socio olvidado. Otro calamar con su misma prosapia y la presencia fiel en los
atardeceres en la sede social. Este
era Héctor Ciccioli, un flaco encorbado, también trajeado y un permanente dejo
de tristeza, que empañaban sus por entonces 30 y pico de jóvenes años. Solo se
sabía que era fanático de PLATENSE, y su lugar de infalible encuentro, era
aquel viejo caserón colonial o el épico ZEPPELIN,
cervecería icono de Nuñez en la esquina oeste de Cabildo y Juana Azurduy.
Pero Ciccioli, además de su pasión
calamar y estar en los entretelones de cuanto ocurría en la mesa chica del
Club, era el locutor oficial en los bailes o en alguna chatita que con las
viejas bocinas, recorría las calles del barrio, en procura de anunciar los
eventos sociales. Quien hablara
coloquialmente con el en nuestro encuentro casi cotidiano, jamás imaginaria que
ese muchacho con una marcada tartamudez, al enfrentar el micrófono, se transformaría
en un calificado locutor, donde aquella discapacidad diferente, desaparecía
totalmente. Este por entonces pibe socio que lo recuerda, lo perpetúa con
especial cariño, ya que alguna vez, solíamos compartir esas improvisados
convites sonoros callejeros.
En aquel primer número de "LOS CALAMARES DE
SIEMPRE" de la fecha indicada, marcamos algunas de las travesuras de aquel dúo
intelectual, que repercutían más que una gresca tribunera.
Excelente iniciativa de MOV. SIGLO XXI de
retrotraernos en el tiempo, y mostrarnos, que PLATENSE ¡¡¡TIENE UNA HISTORIA!!!
"CARLITOS DE LA PIPA Y HECTOR CICCIOLI"
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