Convicción

"NO ME PREOCUPAN LOS GRITOS DE LOS DESHONESTOS, DE LA GENTE SIN ESCRÚPULOS Y DE LOS DELINCUENTES...MÁS, ME PREOCUPA EL SILENCIO DE LOS BUENOS" Nelson Mandela

“En la vida uno puede hacer lo que quiera, lo que no se puede es evitar las consecuencias”.

miércoles, 25 de marzo de 2020

AÑO X-N°2632.-VIVENCIAS DE PIBES, CON ILUSTRES CALAMARES

LOS ÍDOLOS NO SON SOLO LOS QUE PATEAN UNA PELOTA

El lunes 3 de enero de 2011, este blog de LOS CALAMARES DE SIEMPRE, era parido desde el teclado de una computadora, que pretendía tímidamente transformarse en un encuentro con los asociados del Club, que ya experimentados por los FRACASOS DE LA EPOCA DORADA, advertía la continuidad agravada, iniciada en los comienzos del nuevo siglo.

Medios sigilosos, sin una clara idea de nuestro contenido a futuro, pretendimos unir a la vieja familia calamar con hechos y personajes que hicieran a la historia de nuestro amado Club.
La intención era y así lo sigue siendo, ejercer cierta docencia, sobre la historia de nuestra INSTITUCION.

En ese primer número, recordábamos a un personaje que simbolizara el fanatismo, el amor y las picardías que era capaz de cometer en pos del bien institucional. Hoy después de tantos años, recordarlo nos pone la piel de gallina.

Este hungaro expulsado por la guerra, recaló en lo que el entendiera sería su hogar de por vida. Pero este petiso, canoso, siempre ataviado de traje y corbata, de andar chaplinesco no era un barra de piñas y alborotos. Era sí un barra, como bien lo indican nuestros amigos de SIGLO XXI, pero “un barra intelectual”. Su lugar era la tristemente dilapidada SEDE SOCIAL de Amenabar y Nuñez. A tal extremo que cuando esta fuera vendida, Carlitos, desapareció entre los escombros de su amado segundo hogar, para nunca más volver

Su nombre, según los nuevos documentos de residencia en el país, lo  indicaban como Henry Werner Heymann, SOCIO N° 23.

Carlitos de la Pipa, era un pretendido cajetilla porteño, su pasión era estar siempre entre los Directivos de turno, que lo utilizaban como cadete, para toda gestión referida con el club. Pero Carlitos, tenía un socio olvidado. Otro calamar con su misma prosapia y la presencia fiel en los atardeceres en la sede social.          Este era Héctor Ciccioli, un flaco encorbado, también trajeado y un permanente dejo de tristeza, que empañaban sus por entonces 30 y pico de jóvenes años. Solo se sabía que era fanático de PLATENSE, y su lugar de infalible encuentro, era aquel viejo caserón colonial o  el épico ZEPPELIN, cervecería icono de Nuñez en la esquina oeste de Cabildo y Juana Azurduy.

Pero Ciccioli, además de su pasión calamar y estar en los entretelones de cuanto ocurría en la mesa chica del Club, era el locutor oficial en los bailes o en alguna chatita que con las viejas bocinas, recorría las calles del barrio, en procura de anunciar los eventos sociales.  Quien hablara coloquialmente con el en nuestro encuentro casi cotidiano, jamás imaginaria que ese muchacho con una marcada tartamudez, al enfrentar el micrófono, se transformaría en un calificado locutor, donde aquella discapacidad diferente, desaparecía totalmente. Este por entonces pibe socio que lo recuerda, lo perpetúa con especial cariño, ya que alguna vez, solíamos compartir esas improvisados convites sonoros callejeros.

En aquel primer número de "LOS CALAMARES DE SIEMPRE" de la fecha indicada, marcamos algunas de las travesuras de aquel dúo intelectual, que repercutían más que una gresca tribunera.


Excelente iniciativa de MOV. SIGLO XXI de retrotraernos en el tiempo, y mostrarnos, que PLATENSE ¡¡¡TIENE UNA HISTORIA!!!
"CARLITOS DE LA PIPA Y HECTOR CICCIOLI"
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