Convicción

"NO ME PREOCUPAN LOS GRITOS DE LOS DESHONESTOS, DE LA GENTE SIN ESCRÚPULOS Y DE LOS DELINCUENTES...MÁS, ME PREOCUPA EL SILENCIO DE LOS BUENOS" Nelson Mandela

“En la vida uno puede hacer lo que quiera, lo que no se puede es evitar las consecuencias”.

jueves, 22 de agosto de 2019

AÑO IX-N°2490- GRANDES GLORIAS DEL SEMILLERO MARRÓN (II)


"DE SOLDADO A MARQUES"
En la imaginaria vitrina de los grandes cracks que forjara PLATENSE, emerge como pocos un apellido ilustre, al que nunca calamar alguno deberá olvidar. 
“RUBEN H. SOSA”

Comenzaba el año 1956 y PLATENSE era un verdadero desconsuelo. Aquella última presentación de 1955 en cancha de Independiente, donde a las 12 del mediodía se decretaba el fatídico primer descenso de la historia, había calado muy profundo en el sentimiento de quienes por esos tiempos, no conocíamos la desazón de la perdida de la categoría. Chicos llorosos, mayores tristes y apesadumbrados y un Club que debía afrontar lo que siempre nos pareciera lejano. El Porvenir, San Telmo, Excursionistas, Almagro y otros clásicos del ascenso sabatino, serían nuestros rivales a enfrentar. Por largos meses, recordamos a Chingolo, Chuchita y Severo (maestranzas del club) como debajo de la platea central sobre Cramer, y las tribunas oficiales, debían recoger aquéllos destruidos carnés sociales, que insólitamente una gran mayoría enceguecida revoleaba por los aires, ante tremenda afrenta.

Pero los días pasaban y aquel debut en la nueva y denigrante categoría, ameritaba la reconstrucción de un equipo que rápidamente nos volviera al sitial perdido. No fue fácil, arcas vacías, y una renovación de un plantel diezmado en su casi totalidad. Llegaron jugadores de equipos de primera división y se debió apelar a los pibes que desde la reserva mostraban condiciones para asumir tremenda responsabilidad. Los Hnos Doval, Piotti, Pando y un tal RUBEN HECTOR SOSA. (Había ingresado a las inferiores en 1953)
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Este era un pibe del barrio, que había llegado a Coghlan desde Las Parejas, en la Pcia. de Santa Fe, donde naciera, el 14 de Noviembre de 1936.
Su afincamiento desde niño en la calle Melían al 3200, quiso que se transformara en uno de los pibes “Del Tabano” en su vieja sede, y por ende vecino del Polaco Goyeneche, quien al hablar de su PLATENSE, no escatimaba elogios, donde hubiera una tertulia. “Hay un pibe que tiene pasta de crack”.  “Se llama Sosa” predecía orgulloso aquel también joven colectivero, entre sus mezclas de charlas y canturreos.
El pibe SOSA, rápidamente se pone la pilcha de la primera con el N°10 en la espalda. Debutó en Junín ante Sarmiento. Eran los comienzos de 1956, y ya se había metido en el corazón de todo hincha calamar. Rubén era un chico sumiso, de aire tristón, aunque  feliz en los campos de juego. La pelota era su chiche, que conectada a su sapiencia en el juego, hacía que hiciera que su cabeza, centro de sus meditados pensamientos, fuera una especie de imán para, como fuera, conectar cualquier pelota aérea para mandarla a la red o un pase medido a un compañero ¡¡¡toma hacelo!!!.
Dijimos que este pedacito de refulgente estrellita en formación, había calado hondo en el sentimiento de cualquier calamar y también de los amantes del buen fútbol.   
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Por ende los pibes de entonces, ya lo habíamos ubicado en un lugar privilegiado de nuestros sentimientos. Estaba de moda en el diccionario lunfardo el adjetivo “cholulo” y este socio cadete de entonces, se daba el privilegio de serlo, cada día de la semana ir a ver los entrenamientos,  lo esperaba al ídolo salir del vestuario. Yo tenía 13 años y aquel que me vislumbrara en el escaso verde césped de aquel legendario estadio, salía con destino a su casa de Melían, con el uniforme de soldado, y su birrete en la mano derecha. Estaba haciendo la colimba. Esta postal cotidiana, ¡¡¡ahora la estoy viendo!!!
Sigilosamente por Manuela Pedraza me acoplaba detrás, a unos diez metros a su caminata, siguiendo al ídolo hasta Freire, donde terminaba mi recorrido. Y así prácticamente durante los dos años (1956/57) en que perdurarara su estada en el club, que lo formara con la mano y la sapiencia de Don Jesús Ruibal, hacedor de tantas glorias olvidadas.
En 1958, la gran desazón. ¿Cómo es posible que Sosa se vaya a Racing? Era lógico, aún no entendía esto de las transferencias de jugadores, ya que por aquellos tiempos, los jugadores perduraban por años en cada Club. ¡¡¡Se sabían los equipos de memoria!!!

Pero aquello que comenzara como un rumor de los tablones, se hizo realidad. Era cierto, y Rubén Héctor Sosa pasa a Racing. En PLATENSE jugó solo 35 partidos en primera, marcando 19 goles, diez de cabeza. Quizá parezcan pocos encuentros, pero yá resultaba imposible retenerlo dado que varios clubes pugnaban por el y nuestra institución, que comenzaba a salir del cenagoso fango, necesitaba dinero y refuerzos. De la academia llegan Fernandez y el “turco” Balassanian, otra gran figura en la historia de nuestra entidad. Aunque no nos queda en claro cuanto y si existió un dinero por aquella joya vendida.

El cariño que se había gestado con derecho propio el pibe de la calle Melían, hizo que cuando debutara en Racing en el cilindro de Avellaneda, una nutrida cantidad de asociados del C.A.P. asistiera al estadio a aplaudir a la ya consagrada estrella, ahora con la blanquiceleste.
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El destino y su excelencia como futbolista hicieron que estando en Racing, fuera seleccionado para integrar la selección nacional argentina, en el torneo mundial de CHILE 1962.

Después paso a Nacional y Cerro de Montevideo. Luego viajó a   Estados Unidos para integrar el Boston Beacons en 1968, donde jugó 17 partidos, anotó 7 golesSu regreso a la Argentina lo asoció al club Flandria de Jáuregui, junto a su ex compañero de grandes éxitos en la academia, Pedro Mansilla. En el club canario jugó y fue técnico hasta fines de los ´80.-
Luego la vida comenzó jugarle malas pasadas. Puso un local de venta de ropa para caballeros en Saavedra, junto a la estación (donde hoy existe un supermercado).Pero lo suyo era el fútbol, y quizá de quien menos lo esperaba, lo defraudó muy mal. Después una enfermedad crónica lo privó de sus dos grandes herramientas, sus piernas. Falleció  el 13 de septiembre de 2008, a los 71 años en el Hospital Pirovano. Sus restos descansan en el Cementerio de Olivos.
 
En 2018, ALFREDO LUIS DI SALVO para https://www.depo.com.ar/futbolargentino, expresaba: “Mi gran amigo Roberto Perfumo, una tarde en su casa de la calle Ayacucho, mientras armábamos el programa radial con Silvio Marzolini, se puso a contarnos su admiración por el Marqués Sosa.”

“En las inferiores de Racing me quedaba para verlo jugar en la Primera, y me sorprendía cada día más. En esa época Sosa se consagró estrella en la Academia y luego, en la Selección Argentina. Era un cabeceador infernal e infalible. Habitualmente, arrancaba desde atrás en posición de “10”, sobre la izquierda. Tenía un dribling único, su cintura era mágica y podía sacarse la marca de tres adversarios en espacios muy reducidos, y escapaba trotando, parecía que corría en puntas de pie. Su fantasía me llenó el ojo. Tuve la inmensa fortuna de tenerlo de compañero, con el mismo trato cordial de cuando lo miraba desde afuera. Recuerdo que llegaba al vestuario con traje y corbata. Un Marqués…” Debutó en Platense, era amigo del Polaco Goyeneche y manejaba la armonía del fútbol. Pasó a Racing, en su etapa más gloriosa, y volvió locos a los hinchas académicos,
“Ídolos como El Marqués no mueren nunca, porque siempre son recordados. Han dejado un legado de excelencia, imborrable.
DE LA PILCHA DE COLIMBA AL TRAJE Y LA CORBATA
Coincido con el analista deportivo Waldemar Iglesias, del diario Clarin, cuando comentó: “No era una casualidad su apodo: a Rubén Héctor Sosa le decían ‘Marqués’ porque parecía un integrante de la realeza volcado al campo de juego. Fino, elegante, con la cara joven de niño bueno. Fue un talento de los grandes en la historia del fútbol argentino”. Iba a los entrenamientos de TRAJE Y CORBATA.-
Querido Rubén, siempre estarás en la historia de PLATENSE
¡¡¡GRACIAS por todas las alegrías que me regalaste!!!
Un calamar de siempre
PRÓXIMA GLORIA EN EL RECUERDO
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