Convicción

"NO ME PREOCUPAN LOS GRITOS DE LOS DESHONESTOS, DE LA GENTE SIN ESCRÚPULOS Y DE LOS DELINCUENTES...MÁS, ME PREOCUPA EL SILENCIO DE LOS BUENOS" Nelson Mandela

“En la vida uno puede hacer lo que quiera, lo que no se puede es evitar las consecuencias”.

martes, 5 de mayo de 2020

AÑO X-N°2651- SE LLAMABA MÁXIMO... "SIN APELLIDO"


"40 AÑOS DE SOLEDAD"
¡¡¡NUNCA UNA FOTO, NUNCA UN APLAUSO!!!

E
n estas jornadas donde el tiempo deja espacio, mas para el recuerdo que para el futuro, la quietud de los días y la confusión, bajan como en tiempo presente, paso para la nostalgia de aquello que vivimos encuadrado dentro de una felicidad, que por toda lógica se hace única e irrepetible.

Y siempre, dentro de esas secuencias que nos ha dejado la vida, aparecen hechos y personajes que quizá por la vertiginosidad de una existencia normal, hoy nos ubica en esas melancólicas jornadas, vividas con placidez  en lo que siempre hemos considerado nuestra segunda casa.

Allí, en el viejo y recordado Platense de los años de nuestra inocente niñez, los hoy ya veteranos, que se pueden dar esos lujos del recuerdo, repasamos a infinidad de hombres que fueran algo así como un exacto semejante de nuestro amor a los colores que nos conquistaran  para siempre.

Es que allí, en esas casi tres hectáreas en la soledad de cuando el club solo era una confusión de aromas de gramilla con tierra humeda y madera, solo un alma perdida  era visible cuando, no existieran las grandes multitudes que colmaban sus tablones.

Nadie, o pocos dispersos hacia el siempre vigente buffet, nos daban la paz necesaria para recordar una jugada o mitigar algún dolor  que aun de pibes debemos sobrellevar.

Pero en las entrañas de aquello que nos resultaba monumental, sabíamos que camino hacia velódromo, montado en la reluciente Legnano,  nos encontraríamos con un icono de Platense.  Alguien que no hacía goles, que no practicaba deporte alguno y que la soledad perenne, era su única y gran compañera.

Un alguien que solo era vida de su misma vida, pero que pareciera ser parte de la escenografía del desierto de un club, que le era propio, vaya uno a saber cargado de que bagaje de un pasado que nadie pudo descubrir.

En definitiva un hombre. Un ser taciturno de rostro cetrino, boina negra calzada como parte de su ser. Toscanito en sus labios  y sin palabras que surgieran de ellos. Se llamaba Máximo, sin apellido, sin afectos, solo su cancíno andar que terminaba en una lugrube cajita de chapa ubicada debajo de la tribuna sobre Amenabar.

Su estilo, su personalidad de buen portugués, siempre contó con el afecto y respeto de todo quien se acercara al Club. Se fue Platense y con el camión que se llevara todo, quizá colgado del estribo, también se fue el, este olvidado inolvidable. Su tarea era ayudar en algunos quehaceres del predio. Aquel ilustre que perteneciera al moblaje del inventario de Platense, era petiso, de andar lento, con una faja negra que envolvía si delgada cintura, fue un personaje imborrable de nuestras retinas, a quien le queremos rendir nuestro homenaje y respetuoso recuerdo. Hoy, estará en el cielo junto a los que van llegando de la familia calamar.

Máximo, “sin apellido”, era un famoso en sus tres hectáreas, a quien solo se lo conocía como 
“FURRIDIÑO”
Simplemente un alma blanca, con tallada piel de bronce.