Si bien estar cerca y atentos del acontecer institucional es parte de nuestro cometido, como concierne a nuestra distinguida condición de socios del C.A.P., entendemos que hoy, debemos bajar las espadas de la sana custodia.
En este escenario, harto difícil en que nos ubica la contienda deportiva, debemos concientizarnos de nuestro deber, que como asociados, nos obliga a un mismo sentimiento incólume.
Hoy, nuestro primer equipo se juega una patriada, que puede resultar el trampolín único, quizá el principal, para iniciar el transito por el agreste camino, hacia el objetivo que nos convoca.
Si bien este camino es excesivamente largo y azaroso, el sortear a uno de los rivales directos hacia un mismo objetivo y en nuestra casa, resultará altamente significativo el salir airoso de la contienda.
Como lo venimos expresando, tenemos depositada desde este lugar, nuestra total confianza y respeto hacia el cuerpo técnico. Lo observamos serio, con convicciones y por sobre todo con personalidad, para hacerse cargo de cuanta decisión amerita su función.
Por carácter transitivo, esa confianza se dispersa en todo el plantel, que como expresáramos hace siete días, diera muestra de saber que es lo que quiere y cuales son las apetencias del club que representan.
No nos cabe duda, a horas de salir a la cancha, que quienes conformen el once calamar, dispersarán en toda la superficie del terreno de juego, “frutos de amor avícola”.
Sin titubeo, elemento este, que en lo individual, mas lo colectivo, mas la capacidad técnica de cada uno de ellos y en equipo, redundarán en el éxito deportivo que esperamos de vuestras habilidades.
En la seguridad de estar bien representados en el campo, debemos asegurar desde este lado, que desde las tribunas del Ciudad, bajará el aliento para coronar el triunfo.
Dos iconos de garra y calidad
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