Desde que conocimos ese mágico medio de transporte que transitaba la histórica calle Cramer (hoy Av. Ambrosio Cramer), como lo fueron el tranvía 4 o el 34, también nos familiarizamos con un querido personaje, que también veíamos a diario en las entrañas del club.
Era Don Armas, cariñosamente conocido como el “gallego” Armas un tipo sano, orgulloso de su España natal y querible como pocos, por quienes lo conocimos. Llegado a la Argentina como tantos inmigrantes, recaló en la por entonces Corporación de Transportes, como “motorman” (conductor de tranvías) de la cabecera Saavedra, donde hoy, en la Av Maipú 75, esta la estación de transferencia de transporte automotor municipal.
Don Ángel Armas, vivía con su familia en Cramer al 3300. Allí, en esa familia, había un vástago de ese matrimonio gallego, un nene cariñosamente apodado Angelito. Si bien su domicilio era una casa baja, típica del barrio casi haciendo cruz con el club, desde muy pibe Angelito, transcurría su vida, en la que fue sin duda su segunda casa. La cancha del club de sus amores, el C.A.P.
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Los colores representados por los once jugadores del equipo de fútbol, eran su gran amor, como el nuestro, pero en este pibe que crecía, se advertía sus condiciones de gran deportista. Quizá por los genes galaicos, eligió la pelota a paleta, su pasión, su vida y el gran orgullo del motorman. Angelito, Juan Carlos Precci, Cachito Ballesteros y tantos pibes de los años `60, eran el futuro de este deporte, no solo de Platense, sino de la paleta argentina.
Nuestro club, tenía ya próceres de este deporte. Los hermanos González, Horacio Buscaglia, El chueco Gonzalez, los Hermanos García, el turco Rassu, el fueye Cupeiro y tantos pelotaris que por mitad del siglo XX, ubicaban a Platense como un verdadero semillero de este deporte, no solo a nivel nacional, sino en el plano internacional.
Pasaron los años, y aquel motorman que nos enseñara a bajar del tranvía, antes de detenerse, se jubiló y pasó a ser aún mas, amigo de la sociedad calamar. A fines de la década del 60, pasó a ser cobrador del club, junto a Alfredo López (aquel centro fodward de los 50) Caviglia, Mancuso y otros. Como tantos de sus compañeros, mes a mes era el receptor de cuanta queja, los socios le achacaban por los resultados del fútbol.
Ya en estos tiempos aquel Angelito, “el hijo del motorman”, comenzaba a ser Ángel Armas y su nombre propio, comienza a tener pegada en los frontones del mundo. Hoy aquel amigo gallego, ya no esta entre nosotros, ya no esta el tranvía, ni tampoco los cobradores.
Pero quedó su recuerdo, su apellido y su hijo. Ángelito Armas sinónimo de Platense y del deporte de nuestra institución. Quienes hoy nos acurrucamos en la historia, rememoramos aquella esquina de Manuela Pedraza y Cramer, donde se mezclaban el sonido del talan talan del tranvía 4, con el repicar del frontón, castigado con los certeros golpes de la paleta de Angelito.
Los Calamares de siempre, saludan a nuestro contemporáneo amigo, en su casa del bajo de Vicente López.
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PRIMERA "B" METROPOLITANA 2011/12
Tercera fecha-Libre PLATENSE
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